# 139

No hay mucho que contar, solo tengo ganas de escribir. Este fin va a estar de joda, tengo dos exámenes el lunes y que entregar dos ensayos acerca de películas puñeteras: Brokeback Mountain y Boys don't cry. Qué puta hueva hacer eso. Hablando de cosas puñeteras, el centro de la ciudad se está plagando de publicidad anti-discriminación hacia los homosexuales, está muy loco el asunto.
Y bueno, en otras noticias que a nadie interesan, he proseguido con la tarea de terminar con las fotografías, el amor ha renacido entre mi nena y yo y toda esta semana hemos estado coqueteándonos cachondamente, así que espero el resultado sea bueno. Me he dado cuenta a través de estos días de cómo ha cambiado mi trabajo de cuando empecé, fotografiando sitios viejos del centro de Torreón, lugares solitarios y decadentes a últimas fechas, donde lo que más me ha interesado capturar, han sido escenas cotidianas de la gente común y corriente. Es cierto, las imágenes se han convertido en una herramienta que me ha ayudado a proyectar muchos de mis sentimientos, emociones y estados anímicos; hace 3 años me sentía totalmente sola y devastada, así eran las imágenes, sitios antigüos, solitarios, sin que apareciera casi ninguna persona a escena, lugares derrumbándose, consumidos por el paso mortal del tiempo. Y ahora, como dice Rosario, me estoy sensibilizando hacia las personas, ahora todo es exterior, intento capturar la esencia de un momento cotidiano en una ciudad donde pareciera que el tiempo no pasa. Al principio pensé en los lugares que podría visitar para tomar las fotos, pero realmente me pareció de hueva congelar lugares atemporales donde no existe una persona que haga estragos o que con su presencia marque una nueva esencia en ese sitio y deje su marca y su huella indeleble.
Sólo me queda esperar y seguir vagabundeando por las calles de mi querido y polvoriento Torreón para ver si aún existe en mí esa chispilla.

Como sea, ahí les dejo otro pedazo de mi vida jajaja. Los veré luego.