# 101 El asalto del espanto
Desperté bastante exaltada... y un puto día más esperándome allá afuera.
Continúe con la rutina interrumpida el día anterior, el camino memorizado, sus rostros llenos de hastío.
Llegué buscando tu mirada, una sonrisa, cruzar alguna palabra y solo me difundí entre las figuras inconclusas de los desconocidos que complementan mi existencia. Una vez más no estaba ahí y el hueco en mi pecho no era posible llenarlo con otra bocanada.
Los pensamientos me aturdían.
Su andar era seguro, y le bastaba reflejarse en sus ojos para confirmar su perfección; en cambio yo, mutilada y castrada sólo podía resignarme con espiarte a través de la ventana y a través de esa maldita bola de cristal.
Estaba muerta y demasiado tarde te diste cuenta de ello.