# 80 Róbamelo todo, de noche y de puntillas.

Por fin hoy acepté que no debo culparme de nada. Quizás acaso solo de ser tan cobarde o de permitir que los nervios me delaten.
Su voz tierna y masculina preguntando con interés: ¿qué tienes?
Y yo contestando mentiras para que no te des cuenta de que no fue tan simple como yo creía porque tus huellas siguen ahí y mañana pienso mostrártelas todas toditas.
Y luego pasaba yo y se me quedaba viendo así todo tierno como buscando momento para correr detrás de mi pero yo corría primero porque no quiero que nadie se de cuenta. Nadie excepto tú y yo y la luna que nos espiaba con su ojo tuerto y casi nulo.
“Lo que sucedió es fácil de explicar si tienes tiempo para escuchar”
No se trata de volar, solo de escondernos en el asiento trasero de un auto sin tiempo y permitir que la soledad nos cubra (nos absuelva) a los dos.
¿Y si te digo que me conmuevo? Y que las cosas no son tan frías como suenan, solo lo dije porque no encontré otra manera de decirte que quiero ser libre para despegar a un viaje cósmico-astral-maya-budista contigo. Te conozco demasiado sin conocerte.
Otra vez es un sueño. Otra vez es otra vez. Otra vez la chica en medio. Otra vez la sombra que me arrastra y me desgarra internamente las tripas y el corazón.